Tortuga de coco...

sábado, 8 de agosto de 2009


De un blog amigo, algo que vale mucho la pena leer....



Últimamente no escribo mucho, pues estoy en una monótona homogeneidad en estos días. No hay cosas muy relevantes que contar. Lo más significativo que me ha ocurrido fué lo siguiente:

El sábado pasado fui a Santa Lucía a ver a un amigo y de regreso me encontré un escarabajo rinoceronte tirado en la calle. Me emocioné mucho, pues hacía años que no me encontraba uno, el último fué uno que hallé de madrugada cuando me dirigía a la universidad, en 3er semestre, justo antes de irme a vivir al primer departamento.

Lo bauticé como "Vocho" y se lo mostré a varios compañeros antes de que se fuera volando.

Así que, 4 años depués vuelvo a encontrar uno. Lo recogí del pavimento y lo miré cual niño pequeño, sobra decir cómo me veía la gente.

Pero una vez que llegué a un sitio ilumiado, me dí cuenta de que estaba muy mal herido: una pata la tenía completamente torcida desde la parte que corresponde al hombro y dos de sus tres cuernos completamente desarrollados estaban lastimados. Deduje que era por el golpe que recibió al dejarse caer sobre el pavimento, pues están acostumbrados a caer sobre hierba o tierra lodosa.

Y ahí, en mi mano, pasó lo impensable: El escarabajo atoró su pata torcida en mi piel con los numerosos ganchos que tiene en la parte más distal de su extremidad y con las otras 5, jaló para el otro lado.

Se arrancó la pata! y se retorció al instante en mi mano por el dolor. :(

comenzó a segregar una sustancia espesa del agujero que le quedó y poco a poco comenzó a sobreponerse. El tenerlo en mi mano mientras esto ocurría hizo que sintiera una fuerte empatía con el insecto; si él hubiera podido pensar, tal vez yo hubiera podido adiviar lo que pasaba por su cabeza.

Esto me dejó algo para pensar: Hasta un escarabajo sabe qué hacer cuando algo se convierte en un lastre, aunque duela. El instinto le dijo que debía deshacerse de la pata que no le permitía moverse y a pesar del dolor, que seguro intuyó le provocaría, lo hizo.

Tal vez los humanos deberíamos aprender de ellos y dejar las cosas que no nos permiten movernos, a pesar del dolor que nos cause. Los lastres casi siempre nos atan a cosas que igual duelen, pero un poco menos. Nos conformamos con que sólo duela un poco pensando en que al rato ni lo sentiremos.

Por eso desde ahora me esforzaré por transformarme de un escorpión de 7 patas, a un escarabajo de 5.

1 comentarios:

Toño? dijo...

:D hola!, jajaja, oye, todo un halago que me publiques, muchas gracias por visitarme. Significa mucho el darse cuenta que alguien escucha ahí afuera.

Saludos!